La línea plástica de Luis Romero se desarrolla poco a poco a partir de un planismo de formas que, siempre convergentes en la luz del paisaje o al encuentro con ella en idílicas casas rurales, concluye en una complicada y perfeccionista urdimbre de muy compleja realización y resultados plásticos intransferibles, especialmente por el tratamiento del color, la magia que impregna sus nocturnos y la conclusión lírica de unos paisajes montañosos en los que predominan delicados tonos violáceos, rosados o grises decrecientes.
Diccionario de pintores, escultores y grabadores en Málaga Siglo XX.
Julián Sesmero Ruiz.
No cabe duda Luis Romero es aristotélico. El mundo de sus paisajes es un argumento de la realidad, pero tampoco cabe duda de que su genio es el factor de variaciones sobre las constantes. Ese genio tiene dos ejes; la luz y la composición. La luz en una paleta tan varía cuanto sensible, tan plena de emoción; es decir de modificación psíquica, cuanto lleva de lirismo en la asimetría aparente de los árboles, de las casas, de los girasoles o de las fachadas.
Antonio Garrido Moraga (Universidad de Málaga).
Para el jurado, este cuadro, va más allá de un simple clasicismo primitivo moderno, alcanzando la perfección de un artista que trabaja desde hace más de treinta años. Desde su enfoque cenital se realza la plasticidad de la casa y hacer vivir la unión, señalando la diferencia, entre la arquitectura y la naturaleza, con sus tres planos de profundidad: tejados, árboles y montañas. Pero es sobre todo la luz lo que golpea e irradia este cuadro, sin que se vea la fuente luminosa, creando el efecto nocturno. La imagen vibra aun estando estática.
Gazette Galerie Pro Art Kasper (Morges, Suiza).
Los paisajes de Luis Romero se encuentran a medio camino entre la ingenuidad y la visión profunda. El pintor rondeño conjuga la serenidad de lo que sabe verdadero y la idealización simplificadora, en un ambiente de armoniosa y pétrea inmovilidad que contribuye a potenciar las realidades dibujadas.
Revista “El Correo del Arte”.
Luis Romero es hoy un pintor que ha madurado en un aprendizaje autodidacta, atento y reflexivo a todo cuanto enseña al artista. Su sierra malagueña marcará definitivamente su amor por el paisaje y un estilo muy especial. Desde fechas tempranas sale al campo a pintar los paisajes rondeños, de los que poco a poco nacerá una estética nueva y diferente, no necesariamente realista.
Revista “El Punto de las Artes”
El poder implica esta separación de la forma de representación realista, sin otros matices, lo muestra el pintor que no se ocupa en una serie de cuadros en los que en énfasis se sitúa en la armonización directa. Aquí no hay posibles traslaciones, sistema que en Romero es un método más de expresión en una concurrencia de actitudes que hacen su pintura flexible, animosa y vivificada por la traducción peculiar que hace la luz de nuestro sistema de valores próximos.
José Mayorga.
Diario Sur – Málaga.
Los de Luis Romero son paisajes – vistas o paisajes – de entresueños y vigilia. O de un sueño despierto y abierto a su luz mágica. Paisajes sin nadie, o con solo los suficientes para que no se les pueda reprochar su ausencia. Porque, en un plano primerísimo, quien está es el espectador, tan primerísimo que incluso está fuera del lienzo, tan de por fuera que es el contemplador quien da su luz a la luz de Arunda, que es una luz – como todo en Ronda – cegadoramente abismal.
María Victoria Atencia.
De las RR.AA. de BB.AA de Málaga, Cádiz, Córdoba, Sevilla y San Fernando.
El espléndido y generoso derroche de luz y color que Luis Romero hace en la muestra que hoy nos presenta confiere a la paleta de este artista la magia necesaria para obrar el milagro al que se refiere en un poema de su “Libro de Horas “, uno de los más insignes visitantes románticos de su ciudad natal, el alemán Rainer María Rilke.
Eduardo Castro.
Escritor y periodista.
Al hilo de lo que otras veces hemos reflexionado frente a determinadas propuestas naif, Luis Romero nos demuestra la cara seria del género. Si todo naif es en algún modo montaje teatral, la obra de Luis Romero encanta por su poesía, su sinceridad, y su perfeccionismo. Despierta curiosidades e intereses pero antes y después del análisis, conduce mansamente hacia el éxtasis.
Juan Manuel Gómez Segade.
Crítico de Arte.
La primavera de Luis Romero es azul y rosa, blanca y roja, más dramática que idílica, vehemente, apasionada.
Esta vehemencia precede en el pintor rondeño, de la ciudad donde nació y creció, de la belleza de sus alrededores y su comarca. La fuerte personalidad de esas tierras, le persiguen con un abrazo -quizá no siempre buscado, porque la belleza como el amor embriaga y mata-. Y él para sentirse vivo, necesita conjurar el hechizo y arrojar esa belleza a los ojos del público. Consagrarla delante de todos nosotros.
María Dolores Ramos.
Profesora Titular de Historia Contemporánea. Universidad de Málaga.
La pincelada de Luis Romero es corta, insistida la aplica cuidadosamente, mima los colores. Obra de sensibilidad, realizada con cuidado, desprendiendo y transmitiendo goce creador, Paisajes vistas urbanas, pequeños pueblos reales y soñados, existentes o no, poco importa, resumen y esencia del espíritu de una tierra, de una gente. Sentimiento y emoción.
J. Julio
Revista “ Gal Art.”
Espíritu que indiscutiblemente viene cifrado en estos infinitos y a la vez íntimos horizontes, configurados por Luis Romero en clave de pureza sin límites; en una dicotomía simple pero complejísima a la vez, entre la limpidez extrema del color opaco, aterciopelado, sereno, de una delicadeza sin límites, y la nitidez impecable de la estructuración de masas. Definidas según una sistemática del trazo y un concepto de la perspectiva, empleada como sutil recurso de refinado primitivismo.
Eva V. Galán
Crítica de Arte.